Carta 4
Cuando yo era pequeña, hace muchos años de eso...
Cuando yo era pequeña, hace muchos años de eso...
(Para que hagas un cálculo aproximado, ésta soy yo, cuando
tenía dos años y estaba dando un paseo con mis mascotas...)
Como te decía, cuando yo iba a la
escuela primaria, había un juego que se llamaba “verdad o
consecuencia”, si elegías verdad, debías responder preguntas
comprometidas como : “te gusta juan?” y si elegías consecuencia,
tal vez tuvieras que darle a Juan un beso en la mejilla... Wow!
Los tiempos han cambiado y también los
juegos...
Pero hay algo que permanecerá por
siempre:
La Verdad y la Consecuencia.
Digamos que casi todo el mundo quiera
saber La VERDAD, pero muy pocas personas están dispuestas a
aceptarla.
Muchas veces la gente dice buscar la
verdad, pero se niega a atar cabos, a reunir evidencia, a corroborar
dichos y hechos, a vaciarse de preconceptos y a admitir una versión
distinta y a veces diametralmente opuesta a lo que, sin ninguna duda, definía como
La Verdad.
La gente suele optar por lo
carismático, por lo cómodo, por lo que no lo obligue a moverse o a
cambiar...
Aunque sea un poco molesto, la gente prefiere que las cosas sigan su inercia, en lugar enmarañarse en buscar su verdad sobre las creencias, sus vínculos, sus capacidades o su ideología.
Aunque sea un poco molesto, la gente prefiere que las cosas sigan su inercia, en lugar enmarañarse en buscar su verdad sobre las creencias, sus vínculos, sus capacidades o su ideología.
El motivo para la construcción de este
andamiaje que suplanta la realidad por la visión solapada o caricaturizada de la
misma, es que La VERDAD, casi siempre, duele.
La Verdad alivia, pero duele.
Y la mayor parte de las personas, y no
sin razón, prefiere evitar a toda costa el dolor.
Tan es así, que el intento por eludir el
dolor que conlleva la verdad, suele provocar que se acumelen bajo la alfombra, aquellos dolores crecidos con el tiempo y el autoengaño, porque la mayor parte de
los seres humanos, intentará patear hacia un futuro desconocido,
cualquier verdad que pueda hacer tambalear el mismísimo y aceptable presente.
Para ponerse a buscar la verdad, para
aceptarla, uno tiene que estar dispuesto a obrar en consecuencia (la
segunda opción de mi juego infantil).
La verdad tiene que traer consigo, la
oportunidad de hacer una revolución en nuestras vidas, de otro modo,
saber la verdad y no actuar de manera coherente con esta sabiduría,
nos generaría un cortocircuito de tal magnitud, que problablemente
nos volvería imbéciles emocionales incapaces de aprender de
cualquiera de nuestras experiencias.
Si repetimos, una y otra vez los mismos errores, sería recomendable revisar nuestra cuota de verdad y verificar que no nos estamos volviendo incapaces a la hora de evaluar nuestras vivencias.
Te lo digo porque lo he vivido en carne propia, tengo varias condecoraciones que hacen honor a mis reiteradas caídas en el mismo bache vivencial.
Si repetimos, una y otra vez los mismos errores, sería recomendable revisar nuestra cuota de verdad y verificar que no nos estamos volviendo incapaces a la hora de evaluar nuestras vivencias.
Te lo digo porque lo he vivido en carne propia, tengo varias condecoraciones que hacen honor a mis reiteradas caídas en el mismo bache vivencial.
El ser humano tiende hacia la
comodidad, cada avance en la ciencia, en la tecnología, en la
estructura de los vínculos sociales, tienden a facilitar el no
moverse demasiado.
Pero cuando, de pronto, aún sin
desearlo, aparece una verdad ineludible, la persona debe recurrir a
una cuota de energía extra para hacer frente a tal innovación, ya
sea para inventar otra salida, otra estructura, o para ocultar
semejante información tormentosa, bajo decenas de excusas, de dudas,
de distracciones o de confusión.
La cuestión es que, de cualquier modo,
siempre hay consecuencias. Ya sea que nos transformemos en héroes de
nuestra propia vida, actuando con valentía frente a los desafíos de
la cotidianeidad o que optemos por vivir escondidos como cobardes mendigos de la
existencia, todo lo que nos sucede, es la consecuencia de alguna
verdad con la que hemos interactuado, ya sea para elevarnos por sobre
el horizonte o para entumecer nuestras cabezas bajo una pila de
expresiones multimedia, de fast food o promiscuidad.
Cualquier distracción es buena a la
hora de eludir la verdad, y me imagino que comprendes que cualquier
adicción, no es más ni menos que una respuesta, no muy productiva, a
una verdad dolorosa que hemos intentado acallar.
Es que no es fácil vivir con ciertas
verdades a cuesta.
No es fácil vivir sabiendo que nuestra
madre o nuestro padre/abuelo/tío/etc., abusó de nosotros cuando
éramos pequeños...
No es fácil vivir sabiendo que nos han
culpado de todos los fracasos que tuvieron otras personas, cuando ni
siquiera teníamos conciencia de ser un puching ball indefenso...
No es fácil vivir sabiendo que cuando
dijeron: “es por tu bien” era para ocultar el egoísmo y la
crueldad que nos querían encajar a la fuerza...
No es fácil vivir sabiendo que, si bien
tenemos una casa, una familia, no tenemos un hogar ni abrazos donde
caer rendidos para llorar...
No es fácil vivir sabiendo que
cuchichean sobre nosotros a nuestras espaldas, que nos hacen el vacío
porque somos distintos, más bellos, más pobres, más sobrios, más
inteligentes, más talentosos, más bondadosos, o simplemente, más verdaderos...
Pero uno puede elegir, definitivamente, puede decidir transitar la verdad o negarla y nadie nos puede quitar ese privilegio.
Podemos elegir entre el horror de negar
una verdad dolorosa y autodestruirnos en compañías de abusadores,
de mediocres o de zombies, o intentar hacer frente a la verdad, y
asumir la responsabilidad de crear un nuevo destino para nosotros.
Los que se aferran a la mentira se
reirán, pero el cinismo de sus carcajadas se atorará en un sendero
que no llega a ningún sitio.
Asumir la verdad o negarla, tiene
consecuencias, y la llave, la opción de lo que haremos con la
verdad, está en nuestras manos.
Por supuesto que la elección de la
verdad, es un accionar privado y particular, después de años de
estar vinculada a distinto tipo de ambientes y personas, aprendí
desde la carne y los huesos, que nadie puede hacer “ver” la
verdad a un otro que quiere ir por el mundo con los ojos y el corazón
tapados.
Por eso te escribo, porque si tú eres
uno de aquellos extraños seres de nuestro planeta, que quiere saber
la verdad de su historia, de sus vínculos, de su potencial, de las
barreras internas y externas que debe enfrentar para actualizar su
destino, entonces te sentirás menos solo y sabrás, que perseguir el
camino de la verdad, aunque el paisaje esté lleno de espinos, te
llevará a tu puerto, a la voz de tu propia alma, a tu máximo potencial.
Y allí, a lo largo o en el final del camino, brindaremos juntos por nuestro
valor y nuestra perseverancia.
Seguimos en contacto
Con cariño
Lev Emet.
Gracias devorah!me gusto muchisimo!!
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